El buitre es el ejemplar más soberbio de toda una familia de rapaces diseminados por Europa y Asia meridional. Mide cerca de un metro y, como todos sus congéneres del viejo continente, posee un pico corto y fuerte, grandes alas redondeadas y patas con recias garras. Se distingue a primera vista de las especies afines por el cuello y la cabeza, enteramente recubiertos de plumas blancas.
En la base del cuello, los ejemplares jóvenes poseen un collar de plumas oscuras, que se vuelven blancas al alcanzar la edad adulta. Su buche es muy evidente, pues tras las siempre abundantes comidas de este ave rapaz se convierte en un voluminoso saco. El buitre vuela con mucha agilidad, pero se desplaza con torpeza y dificultad por tierra. Por ello prefiere los solitarios picos de las montañas, aunque a veces frecuenta también las aldeas, donde puede cazar con mayor provecho.
Tal es la causa de que haya sido perseguido durante mucho tiempo con cebos envenenados, habiendo desaparecido actualmente de muchas zonas.
Los buitres construyen un nido de maleza sobre las rocas o los árboles, cuando no ponen su único huevo en el nido abandonado de cualquier otra ave. El macho y la hembra se alternan un día cada uno, empollando sin interrupción el huevo durante cincuenta días. Después, ambos se encargan de alimentar al pequeño buitre con carne de pájaros y mamíferos, apenas desmenuzada por su fuerte pico.