Cuando nos enfrentamos a la tendencia natural de nuestros peludos amigos a ladrar cada vez que suena el timbre, McConnell dice que es esencial recordar que "los perros no están equipados para entender el habla humana" y gritarle a un perro que ladra es percibido por éste como si... ladráramos.
Para eliminar los ladridos en el momento justo, por ejemplo, cuando suena el timbre, McConnell sugiere lo siguiente: Ármese con una golosina para perros y toque el timbre usted mismo. Cuando el perro se diriga a la puerta, muévase hacia el perro y, en un tono firme dígale "basta" justo antes de llevar la golosina a unos tres centímetros de la nariz del perro.
Utilizando la golosina como un señuelo, mueva al perro lejos de la puerta mientras lo alaba. Déle al perro la golosina, y siga alabándolo. Repita el ejercicio varias veces, dice McConnell, y lo más probable es que se pueda eliminar en el perro el hábito de ladrar cada vez que timbre.
Ladrar, explica McConnell, está enganchado en el centro emocional del cerebro del perro. Ofrecerle una golosina y alabarlo mientras se aleja al animal lejos de la fuente de conflicto emocional crea una situación donde la distracción detiene el ladrido y el esfuerzo del perro a permanecer en silencio es recompensado.