El perro alfa debe gobernar con puño de hierro (o mejor dicho pata) y es el único que tiene derecho de reproducirse y el primero en comer. Los perros alfa, tanto machos como hembras, deben exudar confianza, mantener el control a través de la posición del cuerpo y la expresión facial, y en ciertas ocasiones reprender a los miembros beta de la manada con pequeñas mordidas o gruñidos.
Sin la presencia de otros animales, un único perro en una casa es probable que se crea que él o ella es el perro alfa. El perro tiene que estar convencido de lo contrario por las "personas alfa" de la casa o de lo contrario el perro presentará problemas de comportamiento. El dueño debe entender que cuando adopta un perro, la persona misma debe asumir la posición alfa o perderá el control sobre su animal.
Cuando un perro en el hogar sigue siendo el perro alfa, pueden surgir comportamientos indeseables. El perro no va a cumplir órdenes, puede morder, gruñir, no dejar que nadie se acerque a su comida, y se negará a ser paseado por su amo. No obstante, puede suceder que el perro alfa salga a pasear con su amo, pero será a su propio ritmo. No todas las características del perro alfa son malas. Los perros alfa son a menudo animales muy inteligentes, por lo que no es extraño que en estado salvaje se conviertan en los líderes de la manada. Sin embargo, en un entorno familiar, es mejor convercerlos de que no son dominantes.
Los seres humanos tienen una ventaja natural sobre sus mascotas, ya que una de las características del perro alfa es que con frecuencia es el miembro más fuerte de su jauría. A no ser que se críe un perro muy grande, generalmente la persona será más grande que su perro, y el tamaño puede ser un factor dominante. Los niños pueden tener más dificultad en controlar a un perro con características alfa, ya que su tamaño es similar al de un perro.