Los temibles tiburones blancos son capaces de oler la sangre desde muy lejos, lo que les permite localizar a presas que están a muchos kilómetros. Suelen comer focas y leones marinos, que detectan gracias al olor de la sangre de los partos. Los tiburones nadan por debajo de sus presas y las cazan con sus afilados dientes. Cuando los tiburones atacan no temen perder sus dientes ya que estos son reemplazados continuamente.