Algunas de las costumbres de los elefantes siempre nos han sorprendido, porque son tan parecidas a las del ser humano.
Es de todos conocido que los elefantes se preocupan por los miembros enfermos y heridos de su familia; tienen duelo como nosotros por sus compañeros que han muerto, incluso visitan los huesos de sus parientes durante años, como si su memoria de aquellos que se fueron no hubiera decaído.
Un acto conmovedor, casi humano, es que una hembra puede adoptar una cría desvalida después que la madre de ésta ha muerto.
Es de todos conocido que los elefantes se preocupan por los miembros enfermos y heridos de su familia; tienen duelo como nosotros por sus compañeros que han muerto, incluso visitan los huesos de sus parientes durante años, como si su memoria de aquellos que se fueron no hubiera decaído.
Un acto conmovedor, casi humano, es que una hembra puede adoptar una cría desvalida después que la madre de ésta ha muerto.
Son animales extremadamente sociables con otros grupos o familias de elefantes que se topan en el camino, se saludan con grandes muestras de afecto, juegan y comen juntos amistosamente.
Es la del elefante una especie muy inteligente, quizá con su propio lenguaje (¿por qué no?), que los científicos se afanan en desentrañar.
No es raro que, a menudo, conozcamos una nueva característica amable del mamífero más grande existente, y que nos conmueva y ponga a pensar.
En mi opinión, es el elefante, un animal extraordinario.
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