Es difícil imaginar de alguien que nunca haya disfrutado de ser dueño de una mascota. Nos confiamos a ella como nunca lo haríamos con una persona. Aun el hombre más intratable, incapaz de tolerar amablemente la presencia de otra gente, acepta con alegría los juegos de un perro o de un gato.
Alguien dijo (no sé si lo transcribo correctamente) que no hay nada más decente que el movimiento de la cola de un perro. Y ésto porque sabemos que no hay hipocresía en este animal cuando muestra su gusto por algo.
Disfrutemos pues, el ser dueños de una mascota, y el que carezca de una, no estaría mal que adoptara un cachorrito, descubrirá que la soledad se hará inexistente.
Alguien dijo (no sé si lo transcribo correctamente) que no hay nada más decente que el movimiento de la cola de un perro. Y ésto porque sabemos que no hay hipocresía en este animal cuando muestra su gusto por algo.
Disfrutemos pues, el ser dueños de una mascota, y el que carezca de una, no estaría mal que adoptara un cachorrito, descubrirá que la soledad se hará inexistente.