Las hambrientas gaviotas


   En espera de que la tripulación arroje restos de comida por la borda, las gaviotas arenqueras siguen a los barcos costeros revoloteando y emitiendo su peculiar grito.
   Estas aves no necesitan comida limpia; al contrario, se alimentan de desperdicios y por ello son muy útiles para la limpieza de los muelles. Abundan en las aguas cer­canas a los puertos y también en los lagos; pelean constantemente, formando gran al­garabía. Siempre están hambrientas.
   Cuando llega la época de anidar se reúnen miles de gaviotas, haciendo más ruido que la resaca, y colocan sus nidos sobre el suelo, en las rocas lisas o entre la hierba, en islas y playas. Los polluelos parecen no conocer a sus propios padres. Cuando algún ave vieja se les acerca, ellos se acercan confiadamente, buscando co­mida; a veces, reciben un picotazo en la cabeza.
   La gaviota común mide unos 60 centí­metros desde el pico hasta la cola; su pico es ligeramente ganchudo en la punta y su plumaje espeso, de color blanco en el dor­so. La parte superior de las alas es gris y, en las distintas especies, varía del gris perla al gris negruzco.
   La golondrina de mar es una pariente pequeña de las gaviotas. Es famosa por su viaje migratorio, que es más largo que el de cualquier otra ave.
   Los científicos han clasificado a las ga­viotas entre los palmípedos.