El cortejo aéreo del cernícalo



   Los alardes galantes del cernícalo se realizan a finales de marzo o principios de abril, y con­sisten en una serie de exhibiciones aéreas eje­cutadas en círculo por el macho en torno a la hembra, que le observa desde su asentadero. Durante todo este tiempo el cernícalo alterna 3 o 4 aleteos con un planeo que se repite como si fuera par­te de un ritual de circunstancias. Su acción es complementada con un continuo "quii-quii-quii". De vez en cuando se dirige hacia la hembra dando la impresión de que va a ata­carla, pero saliendo de su picado en el último instante, se eleva de nuevo para repetir la ma­niobra. En ocasiones, ella se eleva también y el juego continúa en las alturas.
   Los cerníca­los no construyen nidos, de modo que los huevos, de 4 a 6, de color blanco con manchas de tono castaño, son puestos con intervalos de dos días en el nido abandonado de otra ave, de un cuervo por ejemplo, o en la grieta que puedan descubrir en algún edificio, en una oquedad o en el tronco hueco de un árbol. A veces usurpa el nido de la ardilla gris. La incubación corre a cargo principalmente de la hembra cernícalo; a veces, del macho que, en general, se ocupa de buscar el sustento. Los polluelos nacen al cabo de un mes, persistiendo la ma­dre en sus cuidados, mientras el padre sale en busca de comida. Las crías desarrollan su plu­maje en cuatro o cinco semanas, pero siguen siendo objeto de los cuidados de sus progeni­tores. Cuando finalmente abandonan el nido, éste se halla cubierto de minúsculas excrecio­nes regurgitadas por los pequeños cernícalos.