Pez de rayos X



   Un caracino que produjo verdadera sensación cuando fue introducido por primera vez en el mundo de los acuariófilos, fue llamado por los ingleses jilguero de agua a causa de su colo­rido, pero hoy se le conoce mejor con el nom­bre de caracino transparente o pez colorín. Lo que explica que haya tenido una gran aceptación es, precisamente, su transparencia. No es común poder observar el interior de un pez, y el caracino transparente permite con­templarlo sin ninguna dificultad. Lo mismo ocurre con algunos peces fósiles, en los cua­les el esqueleto aparece entero y dibujado, como si se tratara de un grabado sobre la roca, mostrando la ordenada disposición de vérte­bras y costillas. El caracino transparente fue descubierto en el año 1907; poco después se construyó el acuario del Zoológico de Londres, y el citado pez (que mide 4 cm de longitud, pero sólo alcanza 2,5 cm en cautividad) se hizo popular en breve tiempo.

   Los acuariófilos, temiendo que las crías de estos peces fueran devoradas por los adultos, tomaron la precaución de llevar a los padres a una pecera distinta, después de desovar, para evitar que se comieran a sus propias crías.


Tetras
Cuando la afición de mantener peces tropica­les en acuarios caseros empezó a hacerse popu­lar, muchos caracinos pequeños estaban clasi­ficados en el género Tetragonopterus. Esta palabra de 15 letras se vio pronto abreviada con propósitos comerciales a tetra o, incluso, tet, y estas versiones reducidas se convirtieron en términos generales, aplicables a todos estos caracinos, de brillantes colores.

   El tetra rosado es un caracino típicamente rosa; el color varía según el ángulo de la luz, pero es principalmente amarillo, teñido de rojo, y con aletas negras. Algunos caracinos reciben el nombre de su lugar de origen, como el tetra de Buenos Aires, el tetra plateado de Guayana y el tetra de Río, tetra rojo o pez llama. Otros son denominados según su color, y así tenemos los tetras amarillo, azul, negro, platino y bronce.
Un pez particularmente vistoso es el tetra aurora. Resplandece con un cálido tinte do­rado cobrizo, sobre el que se difunde un rojo o anaranjado iridiscente. Las aletas son dora­das, y los opérculos branquiales destellan con reflejos azulverdosos. Y si se comparan los colores de este pez con los que aparecen a la salida del sol, es especialmente debido a que las manchas negras del cuerpo del pez nos recuerdan los oscuros flecos de nubes sobre el horizonte de una alborada.

   A esta simpática compañía pueden añadirse otros caracinos con nombres como aleta plu­mosa, aleta de sangre, aleta de dragón, cara­cino de cola de espada, tetra resplandeciente (muy parecido al caracino transparente) y tetra linterna. Este último es un pececillo iri­discente de color azul plateado, con ojos cente­lleantes en un extremo, y con lo que parece una mancha roja luminosa en la base de la
cola. Un motivo similar se observa en el tetra neón, con la línea iridiscente azulverdosa a lo largo del flanco, y bajo ella, en la mitad poste­rior del cuerpo, una banda roja; en su con­junto, el pez parece resplandecer como un anuncio de neón cuando se le ve en un acuario iluminado.