¿Cómo duermen los animales?


   El sueño, definido a través de sus características humanas, es un periodo de recuperación, de reposo para el sistema nervioso y para los músculos; este reposo nervioso relativo se traduce en una interrupción de los contactos sensoriales del individuo con el mundo exterior; el sueño parece necesario para la integridad física y para el mecanismo de la memoria. El sueño tiene dos es­tados muy diferentes, que se suceden en episodios: el sueño ver­dadero, ligero, inconsciente, y el sueño paradójico, profundo, en el cual se manifiestan los sueños.
   Entre más grande es el cerebro de un animal, es decir cuanto más desarrolladas están sus facultades nerviosas, más necesi­ta dormir y soñar; el récord en esta materia lo tiene el hombre, naturalmente. Cuando se desciende en la escala zoológica se puede constatar que todos los pájaros y los mamíferos duermen y sueñan, el sueño desaparece en los reptiles y en los peces, el sueño mal caracterizado, no es más que un reposo físico acom­pañado de una disminución de la atención. Entre los vertebrados superiores, los animales sociales tienen un sueño más largo y continuo que los solitarios, lo mismo que los depredadores con respecto a los herbívoros y los animales con guaridas respecto de los que viven al aire libre; un ciervo, por ejemplo, no duerme profundamente más que algunos minutos o decenas de minutos al día, mientras que el gato duerme horas y el perro más aún.
   Los murciélagos y los insectívoros duermen con frecuencia, ba­jando su temperatura interna. Los cetáceos y los pinnipedos (fo­cas y leones marinos) duermen nadando sobre o dentro del agua; los vencejos duermen volando, el trepatroncos duerme asido verticalmente a una corteza. Los ungulados, rumiantes o no, duermen de pie o arrodillados; es muy raro que un herbívoro se acueste para dormir, el puerco lo hace, pero es un omnívoro inteligente y sociable.