Conducta de las hormigas

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   Gran parte de la conducta de una hormiga obrera resulta de la imitación de sus mayores. La novicia debe aprender la disposición del te­rreno que rodea su nido, de manera que pueda volver a él después de una expedición en busca de víveres. Quizá pierda su ruta y tenga que ser devuelta al hogar por las obreras más expe­rimentadas. Ciertos individuos de una colonia parecen aprender mejor que otros. Estas obre­ras clave inician las diversas actividades del hormiguero y, por ende, sientan un ejemplo para las demás hormigas. Si se las saca del nido, se retrasa la actividad de la colonia y deja de prosperar; la salud de la reina y de otras obre­ras se quebrantará.

   Los biólogos modernos creen que las activi­dades en apariencia inteligentes de las hormigas son, en parte, resultado de normas instintivas heredadas. Las hormigas también responden a estímulos emitidos por otras de su especie, que suelen estar causados por secreciones glandu­lares conocidas como feromonas, que se encuen­tran no sólo en las hormigas, sino también en otros varios insectos sociales, incluso en abejas meleras y en termes.

   Las hormigas tienen órganos olfativos en forma de minúsculos hoyos sensoriales en las antenas. Por estos órganos perciben las secre­ciones emitidas por otras hormigas. De este modo pueden reconocer a los miembros de su propia colonia y descubrir la presencia de otros pertenecientes a colonias hostiles. En algunos casos, cuando una obrera sale para abastecerse de provisiones, las secreciones forman rastros olorosos para que otras los sigan.

   Mediante la descarga de secreciones de dis­tintas clases y cantidades, las hormigas pueden provocar reacciones de alarma, actividades agre­sivas, actividades reproductoras y llamar para la construcción del nido. Ciertas secreciones venenosas sirven para rechazar invasores o so­meter presas. Sustancias químicas que secretan las reinas impiden que las obreras ordinarias, estériles, se conviertan en hembras reproducto­ras o en reinas rivales, excepto en casos de emergencia o en diversas etapas del desarrollo de la colonia.

   Generalmente se cree que determinadas es­pecies de hormigas oyen, porque pueden pro­ducir ciertos sonidos que serían un modo de comunicación con sus semejantes. La hormiga Myrmica rubra emite sonidos con un raspador o lima de su séptimo segmento abdominal (estridulaciones). Otras (género Polyrhachis) gol­pean con la cabeza en la superficie de una hoja, y otras restriegan el extremo del abdomen en las hojas secas del hormiguero.

   Gran parte de la conducta aparentemente amistosa de las hormigas y de otros insectos sociales se origina en el mutuo intercambio de secreciones alimenticias agradables. Las larvas de las hormigas, por ejemplo, rezuman sustan­cias muy apreciadas por las obreras que las alimentan, y éstas reciben dichas sustancias co­mo recompensa. Los insectos sociales adultos también se ajustan entre sí a esta práctica. La materia puede consistir en comida regurgitada o en secreciones glandulares. Esta costumbre se denomina trofalaxis, nombre derivado de voca­blos griegos que significan "intercambio de alimento". Además, los insectos extraños que habitan en hormigueros termiteros son tolerados a causa del "pago" en la materia alimenticia que sus huéspedes desean. Ciertas hormigas "se asocian" a otros insectos por las secreciones que les proporcionan.