¿Qué son los ciervos volantes?

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   Los miembros de la familia lucánidos son insectos grandes. Los machos tienen enormes mandíbulas, o quijadas, por lo que, comúnmen­te, se les da el nombre de "bichos pellizcadores". El otro nombre vulgar, ciervos volantes, pro­viene de la semejanza de sus mandíbulas con las astas de los ciervos.
   Se desconoce cómo usan los machos sus man­díbulas. Observados mientras pelean, se ha des­cubierto que no emplean sus tenazas para apre­tar, sino que se empujan o topan. Si el ciervo volante es molestado con una varilla, se apo­derará de ella con las mandíbulas y la retendrá fuertemente aunque sea levantado en el aire. No debe ofrecérsele un dedo, pues puede ha­cerlo sangrar.
   El gigantesco ciervo volante macho, que vi­ve en troncos y tocones podridos, es una cria­tura de apariencia formidable. Su largo oscila entre los 4 y 5,7 centímetros. De la cabeza de su cuerpo pardo castaño muy lustroso sobre­salen dos mandíbulas que son casi tan largas como él. Las antenas son negras, acodadas y terminan en pequeños peines. Las patas, tam­bién negras y vigorosas, están guarnecidas de pequeñas espinas. La hembra es más pequeña que el macho, y sus mandíbulas son cortas y fuertes.
   Como todos los lucátúdos, las larvas del ciervo volante viven en viejos troncos y tocones de robles, arces y manzanos y tardan dos o más años en alcanzar el estado adulto.