El topo excavador

Universo animal | topos | mamíferos |


   El TOPO es un pequeño mamí­fero insectívoro, de vida casi ex­clusivamente subterránea. Por esto sufre, como tantos otros animales cuyos hábitos y costumbres esca­pan a la observación corriente, la despiadada persecución del hom­bre, y no siempre con razón.
   Si se conociesen en detalle algu­nas de sus particularidades bioló­gicas, y se sopesasen imparcial-mente su acción positiva como exterminador de plagas, y los oca­sionales perjuicios derivados de su activa vida de excavador incansa­ble, es seguro que merecería la protección del agricultor (siem­pre, claro está, que no se multipli­case excesivamente).
   La piel del topo es fina, atercio­pelada, lustrosa, comúnmente de un hermoso negro azulado, aun­que existen ejemplares grises, manchados y también blancos. Se emplea en peletería para el ador­no de vestimentas, y en Francia, en el siglo XVIII, las damas usa­ron tirillas de piel de topo como cejas postizas.
   Jean Henri Fabre, el poeta de la ciencia entomológica, dice en defensa de este discutido insec­tívoro que "la presencia de los to­pos, en número moderado, es nece­saria en una pradera, y sería imprudente exterminarlos. La ex­periencia ha resuelto ya esta cues­tión. Yo sé de países en que los topos, perseguidos a muerte, aca­baron por desaparecer. ¿Y sabéis qué ocurrió?: los gusanos blancos se multiplicaron hasta el punto de devastar las praderas. Para librar­se de este temible enemigo, fue necesario dejar volver a los topos y tolerarlos mientras no fueron demasiado numerosos".
Claro es que, en él más peque­ño escenario de una huerta o un jardín, su labor de minero ocasio­na sensibles estragos.