Coleópteros (escarabajos)

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Aproximadamente 375.000 especies. Este es el número verdaderamen­te asombroso de las especies de insectos que pertenecen al orden de los coleópteros. Esta cifra constituye un verdadero record: efectivamente, ningún otro or­den del reino animal compren­de semejante número de espe­cies. En los huertos, en los jar­dines, entre la arena de las playas, en los caminos del campo y hasta en nuestras casas es fácil encontrar insectos que pertene­cen al orden de los coleópteros. Basta citar entre los más comu­nes la graciosa mariquita, co­múnmente llamada "vaquita de San Antonio", la "luminosa" lu­ciérnaga y los dañinos gorgojos de los muebles. Con excepción de las zonas polares y de las altas cimas y cumbres perenne­mente cubiertas de nieve, los coleópteros están difundidos en todas las regiones del mundo. Comprenden insectos de for­mas, colores y dimensiones bas­tante dispares: uno de los más pequeños, un coleóptero "Trichopterigido" mide sólo 0,25 milímetros de longitud, mien­tras que el más grande, el "es­carabajo Hércules", puede al­canzar hasta 18 centímetros.

Por qué se llaman ‘coleópteros’
El nombre del orden al que pertenecen los escarabajos está for­mado por dos vocablos griegos: "ko­leos", estuche y "pterón", ala. In­dica claramente las más notables características comunes a todos los insectos pertenecientes a este or­den (vulgarmente se los llama "cas­carudos"). En efecto, en los coleóp­teros el primer par de alas (llama­das élitros) está transformado en una especie de estuche, constituido por una sustancia dura llamada qui­tina. Tal estuche, que cubre una parte del dorso del insecto, tiene el fin de proteger las alas que están debajo, membranosas y delicadas.
Otra característica que distingue a los coleópteros de los otros insec­tos es la de tener todo el cuerpo cu­bierto de una sustancia quitinosa, bastante dura (exoesqueleto).