Quetzal, el ave magnífica

Universo animal | Quetzal | aves |  De los múltiples lazos que tan estrechamente unen a México y Guatemala, ninguno quizá tan sugestivo como el que constituye el Quetzal, una de las más bellas aves del mundo que, teniendo por ámbito residencial territo­rio de ambos países hermanos, remonta a los dos en su vuelo hacia un pasado común. Actualmente, empero, como símbolo de independencia y libertad, está univer­salmente reputada como ave nacional de Guatemala por antonomasia.
   Antes del descubrimiento era llamado Quetzaltototl, del náhuatl tototl, ave o pájaro, y quetzalli: pluma verde y rica; o (como adjetivo), resplandeciente, brillante, límpido. Es decir, ave hermosa. Pero, como quetza significa levantarse o alzarse, el nombre completo también podría significar ave que se alza o se levanta.
   En la época precolombina fue considerada ave sagrada. Tanto los nahoas como los mayas relacionaban íntimamente al quetzal con Quetzalcoatl, dios del aire y de la sabiduría. Únicamente los monarcas, altos dignatarios y sacerdotes gozaban del privilegio de ornar un atavío con las plumas de esta ave. Con ellas hacían penachos tan fastuosos como el de Moctezuma II, que Hernán Cortés obsequió a Carlos V y que en la actualidad es uno de los más precia­dos tesoros del Museo de Viena (En el Na­cional de México hay copia exacta del mismo).

CLASIFICACIÓN ZOOLÓGICA
El quetzal pertenece al orden de los trogoniformes y a la familia de los trogónidos. Como todas las aves de esta división, se caracteriza por­que tiene el primero y segundo dedos diri­gidos hacia atrás y los otros dos para adelante.
   El quetzal, descrito y dado a conocer al mundo científico por el naturalista mexica­no Pablo de la Llave, en 1831, recibió como nombre científico el de Pharomachrus mocinno.
   El macho se distingue por su mayor tamaño, ya que el de su cuerpo alcanza entre 20 y 30 centímetros, que son tripli­cados por el de la cola, cuyas plumas rectrices son inmacula­damente blancas. La hembra, en cambio, es de menores di­mensiones tanto en su cuerpo como en la cola, que tiene las plumas rectrices barreadas, y sobre todo, carece del copete o penacho de plumas que tanta gallardía da al macho
   El quetzal anida en los troncos de los árboles viejos o se­cos, perforándolos de lado a lado para poder en­trar por un extremo y salir por el otro sin estro­pear su hermosa cola. Se dice que también hace nidos colgantes en forma de conos truncados, con entrada en la base inferior mayor.
   Esta ave habita de preferencia en el Estado de Chiapas en México y en la República de Guatemala, aunque no en abundancia, debido a la inmode­rada caza de que ha sido objeto, no obstante las disposiciones protectoras. Resulta curioso cons­tatar que en la época precolombina los aboríge­nes, que comerciaban con las plumas del quetzal como si fueran joyas preciosas, tenían un justo sentido de las prácticas de conservación de la especie, ya que capturaban con trampas a los pájaros para no maltratarlos, les arrancaban las plumas lar­gas de la cola y los ponían en libertad, ap­tos para reproducirse y regenerar las plumas faltantes.
   El vuelo del quetzal es bastante rápido y en línea recta, sin que al parecer lo dificulten sus largas plumas supracaudales, que entonces on­dean al viento cual multicolor oriflama.
   Sin temor a incurrir en exageración podemos asentar que en el Continente americano no hay ave que iguale en belleza al quetzal; y quizás tampoco en el resto del Mundo.