¿Cómo las flores atraen a los insectos?

Universo animal | insectos | Todas las flores que se valen de los insectos para la polinización, han teni­do previamente que elegir un medio para atraer hacia ellas a estos anima­litos. Con este fin, segregan de ciertas glándulas llamadas nectarios, ubica­das en lo más profundo de la corola, una especie de jarabe dulce y perfumado que constituye un magnífico.alimento para los insectos: el néctar. El insec­to, en busca de alimento, vuela sobre la flor y se introduce entre sus pétalos; al buscar las gotitas de néctar roza las anteras y su cuerpecito velloso queda empolvado con los granitos de polen. Cuando ha sorbido todo el néctar de una flor, vuela en busca de otra de la misma especie tratando de encontrar néctar de igual sabor. Entonces, introduciéndose entre la corola, golpea sua­vemente los órganos de esta nueva flor hasta que termina por depositar en la punta pegajosa del pistilo (el estigma) algunos de los granos de polen que lleva encima. Puede decirse, por tanto, que los insectos son laboriosos "car­gadores" de polen, pagando de esta manera la jugosa ración de néctar que las flores les ofrecen en cada visita.
   Las flores han tenido también que ocuparse de hacerse bien visibles a dis­tancia, para que sus alados correos puedan divisarlas con facilidad. Esa es la razón por la que tienen una corola de colores tan vistosos. Así pues, las co­rolas tan llamativas y los perfumes tan intensos, constituyen la manifiesta "divisa" de las flores, algo así como una incitante "publicidad" para atraer a sus clientes.

   Todos conocemos el deli­cioso perfume emanado por los claveles, los jazmi­nes y las gardenias, así co­mo el embriagador e in­confundible aroma de las rosas. Los insectos descu­bren estos olores a muchos metros de distancia y reco­nocen con certeza la direc­ción de donde provienen.
   Como hay insectos diur­nos y nocturnos, también las flores están prevenidas para esta particularidad: las hay que emanan su per­fume solamente de día y otras sólo de noche.
   Hay hasta flores que emanan olores desagrada­bles para el hombre, simi­lares al de la carne des­compuesta o al del estiér­col. Alrededor de ellas se amontonan nubes de mos­cas y mosquitos que gustan de estos olores.