La procreación entre las aguzanieves (lavanderas)

Universo animal | aguzanieves | aves |  En su libro The Yellow Wagtail Stuart Smith ofrece una vivida descripción de la rivalidad que existe entre los machos de lavandera bo­yera al comienzo de la estación de cría. Cada macho de lavandera delimita su territorio, que defiende con gran resolución contra sus vecinos y otros ma­chos intrusos. El dueño anuncia su propiedad con un resonante gorjeo, y se exhibe ante los rivales echando la cabeza atrás, ahuecando las plumas del pecho y tomando asiento sobre su cola aplastada contra el suelo. En ocasiones surge la pelea en el aire o en tierra, hiriéndose los contendientes cor el pico y las uñas.
   Una vez se ha establecido la jurisdicción territorial y celebrado el apareamiento, la aguzanieves hembra dispone un nido sin ayuda del macho, que se limita a escoltarla. El nido, hecho de hierba y revestido con pelos, suele construirlo entre la maleza o hierbas altas. Las especies blanca y cascadeña anidan con frecuencia en oquedades murales, bajíos y árboles, y utilizan a veces los viejos nidos de otras aves, como los de los mirlos terrestres o acuáticos.
   La nidada suele constar de 4 a 6 huevos, incubados durante dos semanas casi entera­mente por la hembra. La nutrición de las crías, sin embargo, corre a cargo de ambos progenitores. Abandonan el nido a las dos semanas, pero continúan siendo alimentadas y permanecen en familia durante cierto tiempo. La lavandera blanca o especie pía cría 2 o 3 nidadas al año, cuidando el macho de una pollada mientras la hembra incuba la si­guiente.

Sacudecola
En muchos idiomas, inglés, holandés, danés, es éste el nombre que recibe el ave de que se trata aquí, apelativo que alude a su costumbre de colear. Tal hábito no es privativo de las aguzanieves: se halla bien desarrollado, aunque no tanto, entre los bisbitas, y abundan las aves que, ocasionalmente, lo manifiestan. La razón no está clara, pero, probablemente, se relaciona con la rápida acción de caza del ave en pos de los insectos. La larga cola actúa a modo de balancín o contrapeso del cuerpo, permitiendo la detención súbita del ave o el cambio de sentido de su traslación. Probable­mente equivale a la acción de nuestros brazos cuando, sacudiéndolos, tratamos de recuperar el equilibrio perdido.