Características del lince rojo


   Un felino importante de América del Norte, además del puma y del lince canadiense, es el llamado lince rojo, más pequeño que aquéllos y muy similar al gato montes europeo. Su cuerpo mide aproximadamente de 0,7 m a 1 m de longitud, incluida la cola de 0,16 m, y su peso alcanza de 6 a 8 kg. El lince rojo carece de la mancha negra que la especie canadiense presenta en la punta de su larga cola, y en cambio tiene una franja negra flanqueada por pelos blancos en el dorso. El color de la piel, que varía mucho en las diversas razas, está relacionado con el habitat particular de cada una de ellas. En general presentan un color cas­taño, algo sombreado con manchas grises o blancas, aunque en algunas zonas desérticas se encuentran individuos de coloración pardusca, en tanto que otros que habitan en los bosques son de piel más oscura. Las orejas están rematadas por unos mechones pilosos y puntiagudos, aunque menos prominentes que los de otros linces. Ciertos experimentos han inducido a creer que tales mechones mejoran la eficacia auditiva de estos animales, ya que algunos linces en cautividad a los que se les han cortado parecen no responder tan prestamente a los sonidos.


Cazador extraordinario...
   Los linces rojos son animales solitarios que en general cazan de noche, por lo que resultan difíciles de observar, aunque a veces puede haber muchos de ellos compartiendo un área dada. La amplitud de tales zonas varía con la cantidad y calidad de la caza que alberga, y muy bien pueden llegar hasta 80 km de diá­metro o reducirse a 8 km. En Wyoming, Esta­dos Unidos, un solo cazador capturó en una pequeña comarca 39 linces rojos en el plazo de un trimestre.
La pista de los linces rojos puede seguirse por las huellas que dejan en el terreno, y me­diante la observación de las señales que apa­recen en troncos de árboles, en los que se afi­lan las uñas. También eligen lugares especiales para defecar; las heces y la orina las recubren con un montículo de tierra. Abundan princi­palmente en Estados Unidos y México, así como en Canadá meridional. Debido a su re­ducido tamaño y la variedad de presas de que se alimentan, han sobrevivido mejor a la ex­pansión de la agricultura que el lince cana­diense. De hecho la agricultura puede incluso haberles favorecido al extenderse las granjas.