La trucha y el pez blanco de algunos lagos, han sufrido una merma enorme, no sólo debido a la excesiva pesca o la contaminación de las aguas, sino, principalmente, por culpa de un pez primitivo, la lamprea.
La lamprea se adhiere al cuerpo de una trucha de lago o de un pez blanco por medio de su boca en forma de copa de succión o ventosa. Sus afilados dientes hacen una incisión a través de las escamas, poniendo la carne al descubierto. Entonces la lamprea chupa la sangre y la carne del pez, del cual no se desprende hasta no haber satisfecho su hambre. Después de un ataque de éstos, la trucha o el pez blanco generalmente mueren o quedan tan débiles que son fáciles víctimas de otro ataque, del cual con seguridad ya no se recuperan.
La carne de algunas especies de lamprea es comestible y muy sabrosa, por lo cual es objeto de pesca, principalmente en Europa. Suelen tener un veneno que sólo obra al introducirse en la sangre, pero que pierde su actividad con el cocimiento.