¿Víbora o lucio de la profundidad?
Por lo general, los animales que viven en las grandes profundidades sólo pueden ser estudiados cuando su cuerpo sin vida sube en las redes de pesca hasta la superficie. Afortunadamente, no es éste el caso de los cauliodos, puesto que contamos con las observaciones de William Beebe (el primero en descender a las profundidades del océano), quien en 1934 vio a uno de ellos desde su batisfera. En su libro Half Mile Down, relata haber visto una hermosa quisquilla roja atacada por "un realmente espantoso" cauliodo que, tras sacudirla, la engulló entera. Habla también del estómago de este pez, que puede distenderse Considerablemente como si fuera de goma. Su largo cuerpo, con las aletas segunda dorsal y anal situadas muy atrás, recuerda el del lucio de las aguas dulces, que se abalanza rápidamente sobre su presa, cogiéndola con su boca armada de terribles dientes. Por otra parte, el cauliodo dispone en la punta de un señuelo —el órgano luminoso en la punta de su filamentosa espina dorsal —, presumiblemente utilizado para tentar a la presa que está a su alcance. Posee también otros 350 minúsculos órganos lumínicos en la bóveda palatina y en el borde inferior de los ojos. Deben atraer posiblemente a los crustáceos y pececillos que se encuentran a poca distancia, de manera que, cuando el cauliodo abre la boca para respirar, aquéllos son arrastrados a su interior por la corriente de agua que se crea. Así, el cauliodo se alimenta al tiempo que respira, por lo menos en cuanto a las presas pequeñas se refiere.