El águila real se encuentra en Europa y en África. En América septentrional vive el águila dorada (A. Ch. canadensis). En las estaciones cálidas frecuenta las altas cimas de los Apeninos y de los Alpes, y en invierno, acuciada por el hambre, desciende a los valles.
Volando en amplios círculos puede localizar desde cientos de metros de altura a pequeños animales: liebres, ardillas y pajarillos. Cuando descubre una presa, se deja caer a plomo en forma fulmínea, tal como hacen todas las rapaces, pero su ataque lo realiza en vuelo rasante. En efecto, no se deja caer inmediatamente sobre su presa sino que desciende a una cierta distancia; después, rasando casi el suelo o las copas de los árboles, la alcanza, la atrapa y la mata con sus poderosas garras, y luego se eleva para devorarla sobre una roca inaccesible.
El águila construye su nido sobre una alta meseta o en una concavidad de la roca, incluso en plena pared cortada a tajo. Usa ramas que enlaza entre sí hasta que las paredes del nido alcanzan un espesor de casi 30 centímetros; el nido (aguilera) es luego continuamente revestido por nuevas ramas y sus paredes pueden llegar a tener un metro de espesor. En el nido, la hembra pone 1 ó 2 huevos de cáscara blanquecina moteada de rojo. Después de una incubación de casi 5 semanas, los aguiluchos se presentan cubiertos de plumas blanquecinas. Apenas nacidos empiezan a abrir el pico y ya no acaban nunca de pedir de comer. La madre desgarra jirones de carne de las presas que el macho le trae, los traga y en parte se los come, pero otra parte la regurgita en el pico de sus crías. No tarda mucho en darles la carne sin engullirla previamente y al fin abandona las pequeñas presas a la voracidad de sus crías. Éstas pueden comer en un día una ardilla, una liebre o varios pajarillos.
La gran cantidad de carne necesaria para sus hijitos y para la madre la consigue el águila macho, el cual se dedica a cazar las más diversas presas: liebres, ardillas, borregos y cabritos. Cuando el águila descubre un rebaño de gamuzas o borregos, se lanza sobre ellos y trata de alejar a los pequeños de sus madres, que sabrían defenderlos encarnizadamente; luego los mata con sus poderosas garras.
Las águilas apresadas siendo crías pueden ser domesticadas para la caza, lo mismo que los halcones.
Desde los tiempos antiguos han sido cazadas no tanto por su carne, demasiado dura, sino principalmente por las plumas usadas como adorno.
VISTA DE ÁGUILA
Uno de los sentidos más desarrollados en el águila, y en general en todas las aves, es la vista. Un águila que vuela en lo alto, se lanza certera sobre un pequeño animal que se encuentra a varios centenares de metros de distancia; una golondrina que vuela a toda velocidad se apodera de un insecto con increíble precisión.
Si el hombre tuviera una vista tan aguda, podría leer los títulos de un diario a una distancia de 500 metros. El ojo del águila está provisto de una gran pupila, mayor que la del ojo humano. Además de esto, la retina (tejidos de la parte posterior del ojo sobre los que se proyecta la imagen) tiene casi doble dimensión que la del hombre: en un milímetro cuadrado de retina de águila se han contado casi un millón de células sensibles a la luz. Por otra parte, el águila tiene los ojos situados a los lados de la cabeza. Y así, sin moverlos, puede abarcar un campo visual de 300 grados de circunferencia, en comparación con los 160 grados de los ojos humanos. El águila, además de los dos párpados que se mueven verticalmente, tiene un tercer párpado, llamado "membrana nictitante", que se mueve horizontalmente ante el ojo.