Universo animal | marsupiales |
Quizá no se llegue a explicar nunca de forma totalmente satisfactoria cómo ocurrió la separación de la fauna australiana y la del resto del mundo. Tal vez sus antepasados alcanzaron su habitat actual mediante un puente de tierra que habría existido desde el Sudeste asiático o, quizá, Australia se fue separando, alejándose cada vez más del resto de Asia. Podemos afirmar, casi con certeza, que hubo un tiempo en el que existió un brazo de tierra que, a través de la Antártida, la unía con Sudamérica, habitat de los otros pocos marsupiales que todavía viven. Cualquiera que haya sido la causa, el hecho cierto es que nos encontramos en Australia con un grupo de mamíferos que difieren grandemente de todos los del resto del mundo, excepto de los de Sudamérica y, uno de ellos, la zarigüeya de Virginia, que se extiende hasta Norteamérica. El temprano aislamiento de los marsupiales es de gran interés para los zoólogos. Han vivido en toda clase de hábitats y, al hacerlo así, se han desarrollado a lo largo de líneas paralelas a las seguidas por los verdaderos mamíferos en otras partes del mundo. Un extraordinario ejemplo de lo que decimos lo constituye el lobo marsupial, al que los emigrantes europeos a Tasmania denominaron en seguida lobo de Tasmania. No sólo se parece a un perro o a un lobo, sino que. además, su cráneo y sus dientes se asemejan superficialmente a los de los cánidos. Existe, sin embargo, una clara diferencia en los dientes: el lobo marsupial tiene cuatro incisivos a cada lado de la mandíbula superior y de la inferior, mientras que tanto el lobo como el perro sólo poseen tres. No se trata de una diferencia trivial, porque ha quedado demostrado que las características de los dientes revisten importancia fundamental a la hora de establecer las relaciones entre los distintos grupos de mamíferos, y constituye uno de los elementos más importantes en la clasificación de éstos.