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Tal vez no sepamos nunca por qué misteriosos motivos algunos reptiles, en un momento indeterminado de la historia de la Tierra, trataron de levantar el vuelo y conquistar el aire. Lo cierto es que a partir de hace 130 millones de años, junto a los fósiles de los grandes dinosaurios encontramos trazas de numerosos reptiles alados. Uno de los más antiguos y extendidos era el dimorfodonte.
Su aspecto era el de un monstruoso murciélago, y sus dimensiones bastante considerables; tenía un cráneo que medía 22 centímetros de longitud.
Los dimorfodontes de cráneo grande desaparecieron muy pronto, cediendo el lugar a otros reptiles alados de diversos tamaños y formas. Se hallaban muy extendidos el ranforinco, con su característica cola terminada en un timón romboide, y varios pterodáctilos. El nombre de estos últimos significa «con dedos alados» y alude al enorme desarrollo de sus dedos, que mantenían en tensión a toda la membrana de las alas.
El que alcanzó mayores dimensiones y más alto grado de adaptación al vuelo fue probablemente el pteranodonte, cuyos restos fósiles han sido hallados en América del Norte y también en Rusia. Su apertura de alas alcanzaba los siete metros, y se cernía constantemente sobre las aguas, para capturar .peces y crustáceos. Las alas, increíblemente anchas, les impedían caminar bien.
En la tierra se veía probablemente obligado a arrastrarse sobre el vientre, pero en el aire, este reptil, que sólo pesaba doce kilos, poseía una agilidad increíble. Los reptiles alados, al igual que los dinosaurios terrestres, desaparecieron de nuestro globo casi súbitamente, hace 65 millones de años.