El almizcle es una sustancia que se ha utilizado desde la antigüedad para fabricar perfumes, tanto por su olor como por ser una base oleosa que, cuando se mezcla con aromas más volátiles, reduce la evaporación de éstos.
Es bastante extraño que el almizcle sea la base en muchos perfumes para mujeres, ya que es un olor sexual masculino, pero eso sólo demuestra que las mujeres compran los aromas que les gusta, no necesariamente aquellos que los hombres puedan encontrar atractivos. Es como si la mujer tuviera el "agradable" olor del macho encima de ellas.
La palabra almizcle viene de "muschka", la palabra sánscrita que significa testículo. Sin embargo, la esencia no proviene realmente de los testículos de un animal.
El almizcle que se usa en perfumes proviene del ciervo almizclero de Asia. La misma sustancia olorosa es el producto de una glándula en el abdomen del animal; para recogerlo se requiere matar al ciervo almizclero y cortar su vientre. Por suerte para el ciervo almizclero, los científicos desarrollaron un almizcle sintético en 1937, que ha sustituido en gran medida el almizcle natural en los perfumes.
Desgraciadamente, al ciervo todavía se le sigue matando en gran número debido a una superstición en Asia de que su glándula almizclera es un afrodisíaco.