Un caracara extinguido

   Una especie de caracara se halla hoy día ex­tinguida, y la historia de su desaparición es algo triste, porque podía haberse evitado. En el año 1875 los caracaras nativos de la isla de Guadalupe, a unas 150 millas al oeste de la Baja California, eran extraordinariamente abundantes, a pesar de que los mexicanos re­sidentes los mataban sin cesar. No había duda de que los hombres y los caracaras no podían vivir juntos en la isla, principalmente porque estos últimos eran enemigos encarni­zados de las cabras y aves de corral. Se apo­deraban de las gallinas a la entrada de los co­rrales, y los pastores, provistos de palos, de­bían permanecer siempre junto a las cabras para defenderlas de los caracaras. Incluso cuando el alimento era abundante, y podían haberse hartado con los despojos de animales muertos, los caracaras preferían atacar al ga­nado vivo.
   Los habitantes de Guadalupe declararon a los caracaras una guerra sin cuartel, y con­seguían abatirlos fácilmente porque no pare­cían tener ningún miedo a los hombres. Diez años después, la población de caracaras se había reducido tanto que apenas podían contarse más de 20 individuos. En el año 1896 se observaron únicamente 4, y en 1900, un conocido ornitólogo americano, pudo contar solamente 11 ejemplares. Desgraciada­mente, por entonces, a menudo la ornito­logía como otras ramas de la zoología, con­sistía sólo en coleccionar animales; de los 11 observados se cazaron 9. En el año 1911. después de una intensa búsqueda por toda la isla, no pudo encontrarse ni un caracara. Afortunadamente para el resto de los caracaras, en algunas regiones de América del Sur se limitan a comer carroña e insectos, y muchas veces siguen al arado Oliscando en loa surcos los insectos levantados. Allí el hombre los tolera y, en ocasiones, incluso los protege.