UN FORMIDABLE MECANISMO ARÁCNIDO
Sobre la especie de yelmo o casco que recubre su cabeza, resaltan los ocho ojos. A pesar de esta cifra superlativa de órganos de la visión, no es precisamente la vista su sentido más aguzado. Muy al contrario, mediante el tacto advierte la caída de las presas en la tela, y son las vibraciones de los hilos de aviso las que la conducen hacia la víctima que se debate prisionera en la red, adherida a los hilos viscosos.
quelícero
Sus ojos, órganos rudimentarios y de formación muy sencilla (ocelarios), suelen, inclusive, quedar anulados temporalmente cuando mudan la película que los recubre.
El aparato prensor está constituido por un par de tenazas que se advierten delante de la boca, denominadas quelíceros, en cuyo extremo llevan una aguda y curvada uña plegable, que cuando se hinca para sujetar la presa, le inyecta veneno, letal para pequeños animalitos.
Las glándulas secretoras de ponzoña suelen estar implantadas en la parte anterior de la cabeza (como en la Epeira) o en los mismos quelíceros en otras especies.
Las arañas hieren siempre con ambos garfios y algunas especies infieren la herida clavándolos de frente, como estiletes (p. ej. las terafósidas) agudísimos y seguros.
Como clavan ambos quelíceros simultáneamente, es fácil distinguir las heridas producidas por su picadura: consisten siempre en dos punciones muy cercanas, ello las diferencia de las de los insectos, quienes atacan con sólo un aguijón y ocasionan solamente una herida.
Las uñas inyectoras tienen la salida del canal del veneno en una cara cortada a bisel (como las agujas de inyección) para que no pueda obturarse al clavarse profundamente.
No siempre es puramente ofensivo el papel de los quelíceros. Algunas arañas los emplean como palas para excavar sus cuevas, o como "manos" cuando transportan pequeñas cosas.