Ahora se sabe por qué las hormigas, al contrario de las abejas y de las avispas y a pesar que frecuentan también las flores no tienen el menor papel como polinizadores, es decir, que no llevan en sus patas o en su cuerpo polen de unas flores a otras. Hasta ahora se creía que el fenómeno era debido a que las extremidades de las hormigas no son velludas como las de las abejas.
El estudio realizado en la Universidad de Macquarie, Sydney, revela que el polen pierde toda su eficacia al contacto con las extremidades y cuerpo de las hormigas. El responsable es la metapleurina, una substancia que segrega el tórax de esos himenópteros. El análisis de la secreción es muy importante, pues se trata de un lípido con virtudes antibióticas muy poderosas. Estudiando una docena de especies de hormigas, los entomólogos australianos han descubierto además en sus nidos y en sus larvas, que la hormiga por nacer o recién nacida está preservada de cualquier moho por esa sustancia.
El nuevo antibiótico, la metapleurina, se ha estudiado en Westmead Hospital de la antedicha ciudad. Por lo menos se ha revelado como un formidable antídoto del ‘‘estafilococo dorado’’ que hasta ahora era difícil de combatir y de un hongo muy temible como es el ‘‘Candida albicans’’, responsable de diferentes micosis cutáneas, genitales e incluso de la septicemia.
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