En los primeros años del siglo XX era popular mantener carpines dorados en peceras redondas, pero la afición a los pececillos tropicales pronto sucedió y aventajó a aquélla. Los acuariófilos se agrupan en sociedades, y sus propósitos y métodos de selección y cría son mantenidos en secreto. A su debido tiempo uno empieza a vislumbrar cuan extendidos se hallan los acuariófilos, ocupando todos los estamentos sociales; sus acuarios iluminados, de abigarrado contenido, aparecen en su estudio, gabinete de consulta, sala de estar o vestíbulo. Y los tetras son, en gran parte, responsables de ello. La historia del tetra neón habla por sí sola.
En 1936 un banquero francés recibió un envío de pequeños peces de un coleccionista en Brasil. Mantuvo contactos con William Innes, la autoridad americana en peces de acuario, y más tarde le envió dos parejas del "más bello de los peces de acuario", que fue llamado tetra neón. El mismo Innes describió como estos peces "consiguieron un éxito inmediato: la bienvenida universal que se les dispensó hizo historia en el mundo acuariófilo". Una cantidad de tetras neón se recibió en Nueva York, seguida por un envío de 10.000, comprado por un importador a un precio inaudito, la mayor operación de la historia del hoy día extendido comercio en peces de acuario. Y esto fue sólo el comienzo.