En algunos casos, los capuchinos compiten en inteligencia con los chimpancés, y esta cualidad explica en gran parte la popularidad de los capuchinos en los parques zoológicos. Por otra parte, también en los laboratorios demuestran su perspicacia al resolver problemas, en vez de emplear interminables tanteos. Los capuchinos utilizan palos para atraer alimento hacia los barrotes de sus jaulas, y consiguen fruta suspendida fuera de su alcance, poniendo una caja bajo la misma y trepando sobre ella. También resuelven espontáneamente sus problemas. Un capuchino tenía la costumbre de arrojar cosas a la gente: al comprobar que no conseguía el efecto deseado, se subió a una silla para conseguir una trayectoria más alta. El mismo mono aprendió a usar adecuadamente un martillo, y otro, cuando era demasiado viejo para romper con sus dientes las nueces de Brasil, las aplastaba con un hueso largo.
También se ha comprobado que un capuchino no necesita más de treinta segundos para descubrir cómo debe servirse de un torno o cabrestante en miniatura. En una ocasión, se ató una banana en el extremo de la cuerda de un torno cuando una rata se hallaba cerca del mismo, y se pudo observar cómo el capuchino, recogiendo la cuerda, se apoderaba del fruto antes de que pudiera hacerlo la rata.
Dieta de fruta e insectos
La fruta es el alimento principal de los capuchinos, y suelen irrumpir en las plantaciones de naranjas, maíz y cacao. Los capuchinos comen también retoños y hojas, así como pequeños animales. Los insectos, en especial las mariposas, son cazados al vuelo, y los pájaros y mamíferos pequeños son asimismo sometidos. Levantando cortezas de árbol extraen arañas y larvas. Los frutos duros, las nueces, los escarabajos y los huevos de aves son golpeados contra las ramas por los capuchinos, hasta que se reblandecen o se hienden.