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BOCAS QUE SE ESTIRAN AMPLIAMENTE
La boca de la serpiente le permite tragar animales que en comparación, son grandes. Es muy amplia la boca de la serpiente. Le llega hasta la parte posterior de la cabeza. La mandíbula superior y la inferior se encuentran conectadas con mucha soltura en la parte posterior de la boca. La serpiente puede abrir mucho su mandíbula inferior, dando así gran cabida a la garganta. La mandíbula inferior no es un solo hueso, sino dos curvados, uno a cada lado de la boca. Esos huesos, que la serpiente puede mover separadamente, están unidos por un ligamento elástico que le permite ensanchar mucho su mandíbula inferior, a ambos lados. De esta manera la serpiente puede tragarse animales cuyo cuerpo es mucho más grueso que el suyo.
Los dientes de la serpiente son muy filosos, y eso también le ayuda. Tiene una hilera en cada lado de las mandíbulas. Algunas serpientes tienen dos hileras en cada lado de la mandíbula superior. Los dientes son tan agudos como agujas, pero no están cargadas de veneno. Sólo los colmillos estriados o huecos tienen veneno. En lugar de ser rectos, los dientes de la serpiente son curvos, hacia el gaznate. De esa manera, cuando un animal cae en la boca de una serpiente, mientras más lucha por salirse más firmemente encajado queda.
COMIDA LENTA
La serpiente generalmente empieza a tragarse a su presa por la cabeza. El animal entra así más fácilmente, sobre todo si tiene pelambre o plumas. Además, las serpientes que acometen contra un animal y lo apresan sin matarlo no tardan en sofocarlo al tragárselo por la cabeza. Para tragar, la serpiente sujeta al animal entre los dientes de un lado de las mandíbulas y lo clava con sus agudos dientes, al mismo tiempo que mueve el otro lado de las mandíbulas, hacia más atrás del cuerpo de la víctima. Clava entonces sus dientes en ese segundo lado y repite la operación varias veces. Lo que en realidad hace es enfundar lentamente a su víctima.
Las serpientes tienen una piel sumamente elástica entre sus escamas, que se unen con mucha precisión. Cuando la culebra empieza a tragar algo muy grande comienza a estirarse la piel entre las escamas. Cuando una serpiente está comiendo sus escamas están muy separadas y la piel entre ellas tiene un color distinto. A veces, cuando la presa es muy grande, la serpiente necesita una hora, o más, para acabar de tragársela. Durante todo ese tiempo la serpiente parece estar sufriendo, toda estirada y deforme. Tiene que detenerse una que otra vez, para dar descanso a sus mandíbulas. Diríase que, con la boca llena, la culebra no puede respirar. Ese no es el caso. Echa hacia adelante el extremo superior de la tráquea, entre el alimento y la mandíbula inferior, y respira mientras descansa.
LA DIGESTIÓN
Cuando el alimento acaba de pasar por los dientes y llega al gaznate de la serpiente, empiezan a entrar en acción los fuertes músculos del cuerpo. Comienza a empujar lentamente el alimento hacia el estómago, en forma muy semejante a la que emplearíamos para empujar con las manos una pelota de celuloide a lo largo del interior de una tripa delgada de caucho blando. En el estómago de la serpiente hay jugos gástricos muy fuertes. Pueden digerir huesos, dientes, cascarones de huevo, todo, salvo materias muy resistentes, como plumas y garras.
La serpiente no come todos los días. Después de tragarse un animal grande, pasa una semana o más antes de volver a comer. Algunas serpientes pueden vivir varios meses sin alimento. Otras culebras necesitan beber mucha agua. Beben, chupando con los músculos de la garganta. Cuando pasan el agua las mandíbulas se contraen y se ensanchan.
Unas variedades de serpientes se alimentan exclusivamente de una sola cosa. La serpiente africana que come huevos no busca otra cosa. Las extremidades de algunos huesos de la espina vertebral llegan a la garganta de la serpiente y sirven de triturador de cascarones. Se traga el huevo y escupe el cascarón