Universo animal | reptiles | serpientes | Puesto que no tienen garras, las serpientes necesitan ser rápidas y astutas para cazar lo que comen. Algunas rastrean a su presa mediante el olfato y otras con la vista. Se deslizan tras la caza sin hacer ningún ruido, o bien permanecen absolutamente quietas hasta que un animalito se les acerca. Mientras espera a su presa, la serpiente afloja sus anillos. Cuando el animal se acerca lo suficiente, la serpiente alza rápidamente la parte delantera del cuerpo y apresa con los dientes. A eso se le llama "acometer". Generalmente, la culebra acomete con suma rapidez.
Algunas serpientes obtienen todo el alimento que necesitan acometiendo y sujetando firmemente a su presa entre las mandíbulas. Otras, aseguran su sustento recurriendo, además, a ciertas mañas.
Las hay que enrollan su cuerpo en torno de su víctima, a la que sujetan así hasta que pueden comérsela.
También las hay que primero sujetan bien al animal entre las mandíbulas, luego se enrollan en su víctima, dándole varias vueltas y empiezan a apretar. Mientras más lucha el animal, más aprieta la serpiente, hasta que al fin, la presa muere asfixiada. Las serpientes que se enrollan en torno de lo que cazan se llaman "constrictoras" y la forma en que aprietan se llama "constricción".
Otras serpientes tienen un recurso distinto para matar a su presa. Le inyectan un veneno que producen unas glándulas que tienen en la cabeza. Ese veneno va por pequeños conductos desde las glándulas hasta los colmillos. Los colmillos de las serpientes venenosas fueron formándose de lo que en un principio eran sólo dientes grandes. Poco a poco, a través de varios miles de años, esos colmillos se volvieron más largos que los dientes. En el instante mismo en que los colmillos penetran la carne de la víctima, los músculos de las glándulas venenosas se contraen rápidamente, inyectando así a la presa un chorro de veneno, que la inmoviliza.
Algunas culebras tienen los colmillos en la parte posterior de las mandíbulas, con pequeños surcos en la superficie, por los que fluye el veneno. Esas serpientes tienen que empujar al animal que han apresado hasta la comisura de las mandíbulas, para poder envenenarlo. Las serpientes con colmillos posteriores no tienen suficiente veneno como para hacer daño al hombre.
Otras serpientes tienen colmillos al frente. Esos colmillos son huecos, con un agujerito cerca de la punta, por donde fluye el veneno. Son como las agujas que usan los médicos para inyectar.
Ciertas culebras, llamadas víboras, tienen colmillos tan largos que necesitan doblarlos hacia adentro cuando no los usan. Esos colmillos crecen sobre huesos movibles. Cuando la víbora tiene la boca cerrada, los huesos empujan hacia atrás a los colmillos, que quedan cubiertos por capas de tejidos. Cuando la víbora abre la boca, los huesos se mueven y los colmillos quedan en posición de ataque.