La mantis es de un color verde claro que le permite identificarse perfectamente con la hierba. Para engañar a su presa permanece inmóvil entre los tallos, en posición vertical. Sus patas anteriores, dotadas de poderosos ganchos, aparecen extendidas hacia arriba en actitud de plegaria y súplica que ha merecido a este insecto el calificativo de mantis religiosa. Pero basta con que se le acerque cualquier animalillo para que las patas se extiendan de golpe, convirtiéndose en cepos mortales.