Colirrojo real

   Si colgáramos un nidal en un bosque abierto caducifolio o en un bosque mixto, un bosque de pinos, un parque o un jardín, comprobaríamos con agrado como anida en el uno de los pájaros cantores de mayor colorido: el colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus). Es evidente que también se instala en los huecos naturales de los árboles y tampoco desdeña las oquedades existentes en una construcción realizada por el hombre. El colirrojo real regresa en abril de sus lejanas invernadas en África tropical e inmediatamente llama la atención por su comportamiento atento y por el repentino pliegue y despliegue de su cola rojiza, acompañados por un canto chirriante lanzado desde un lugar elevado. Al cabo de un cierto tiempo, el macho ocupa el hueco, que la hembra recubrirá con hojas de arboles, briznas y ramitas, con finas raicillas, pelos de animales y plumas. Una característica del nido del colirrojo real es el musgo verde tejido alrededor del borde superior. Pronto aparecen en este nido de cinco a siete huevecillos que la hembra incuba sola durante trece o catorce días. Ambos progenitores alimentan a la prole en el nido, después del nacimiento, por espacio de dos semanas. Esta especie se alimenta básicamente de insectos y de sus larvas y capullos. Este proceso se repite una vez mas durante el verano, para una segunda nidificación. Suele suceder que el colirrojo real albergue y críe polluelos de cuco. En septiembre y octubre, los colirrojos emprenden su larga migración hacia el sur. El colirrojo real se extiende por toda Europa y gran parte de Asia, alcanzando también el norte de África.