La evolución del elefante

   El elefante —el animal terrestre actual de mayor tamaño y uno de los más impresionantes— es el resultado final de una evolución que, hace unos 50 millo­nes de años, comenzó con un animal poco más grande que un perro y que después pasó por una larga serie de formas ya desaparecidas. Sus caracte­rísticas más notables (trompa y colmi­llos) destacaron pronto, y en lo que respecta a su tamaño sufrió grandes variaciones. Un elefante de los períodos glaciares, el mamut, llegó a alcanzar una altura de 4,5 m, mientras que el actual no rebasa los 3 metros. Estudiando los fósiles se ha recons­truido la evolución de los elefantes. Hoy se sabe que habitaron en todas las par­tes del mundo, excepto en Australia.

   Los actuales elefantes de África y Asia son, pues, los últimos descendientes de la familia.

   Los elefantes son herbívoros y pueden consumir diariamente unos 200 kg de hierbas y hojas, que recogen con la trompa, prolongación de la nariz y de un labio superior caracterizado por su fortaleza y flexibilidad. Los colmillos son dos incisivos superiores que crecen durante toda la vida del animal. Los molares presentan una superficie amplia, adecuada para triturar alimentos bas­tos. Por lo general, sólo funciona un molar de cada lado, y según se van desgastando, son reemplazados por otros nuevos que nacen más atrás. Cuando ha desgastado el tercer y último juego, el elefante es ya viejo. (Raramente vive más de 70 años.)

   La preñez dura casi dos años. Las crías, al nacer, pesan unos 100 kg.; un viejo macho africano puede llegar a los 7 000. No obstante su peso, el elefante es sor­prendentemente ágil. Se mueve con gran seguridad en terrenos pedregosos y puede nadar sin dificultad. No puede galopar, pero trota con rapidez. Los elefantes salvajes suelen vivir en manadas de más de un centenar, conducidas casi siempre por una vieja hembra. Los dos géneros de elefantes actuales, el africano y el asiático, son diferentes. El africano es de mayor tamaño, tiene la frente abombada y sus enormes orejas le llegan casi hasta la paletilla. Tanto el macho como la hembra están provistos de colmillos; y al final de la trompa poseen dos protuberancias. El elefante asiático, de menor tamaño y color más claro, tiene las orejas mucho más pe­queñas y la frente recta; la hembra ca­rece de colmillos. Por lo general, el ele­fante indio se destina a la doma; el afri­cano proporciona el marfil.