El espada, un pez de mal genio

UN PEZ DE MAL GENIO
   Hablando del pez espada se puede muy bien decir que tiene un carácter desagradable, pues no siempre, efectivamente, la pesca se desarrolla de modo tan fácil y sencillo. Suele ser su­ficiente, algunas veces, que este enorme pez vea una embarca­ción en sus vecindades para que se irrite. Y su reacción, en tales casos, es imprevista e impetuosa; parte a gran velocidad y se lanza con toda su terrible fuerza contra el objeto que le causa molestias, atravesándolo certeramente con su agudísima espa­da. En tales casos es menester tener muy en cuenta que el pez espada se halla dotado de una fuerza excepcional y es capaz de desarrollar velocidades superiores a los 95 kilómetros por hora, una de las más altas registradas en el mundo de los peces. Si a esta fuerza y a esta velocidad sumamos el peso del animal (que frecuentemente sobrepasa los 300 kilos), es posible comprender la descomunal potencia que uno de estos peces es capaz de producir cuando se lanza a dar topetazos contra un obstáculo. Para dar un ejemplo, asignemos a un pez espada con 300 kilos de peso una velocidad de 60 kilómetros por hora, y supongamos que dé uno de sus terribles topetazos contra el costado de una embarcación. La punta de la espada penetraría en la ta­blazón de la barca con la misma facilidad que si se trata­se de una maza con un peso de más de cuatro toneladas dejada caer de un metro de altura...
   Se tiene noticias, de que la "espada" de uno de estos peces alcanzó a penetrar algunos decímetros en la tablazón de algunas embarcaciones, formada por made­ras de varios centímetros de espesor. Naturalmente, el ani­mal fue la primera víctima de su propia impetuosidad.