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En las aguas costeras de los mares templados o cálidos nada la jibia o sepia (Sepiida), animal de forma extravagante; la única espina que posee, ovalada y blanca, se utiliza para que los pájaros enjaulados puedan afilar su pico.
Este molusco, pariente del impresionante pulpo, caza los pequeños animales marinos que viven en las orillas del agua disparando bruscamente dos largos tentáculos provistos de numerosas ventosas que le permiten atrapar y retener a sus víctimas. Con sus sólidas mandíbulas córneas tritura rápidamente las presas que se lleva a la boca. Para escapar de sus enemigos, la sepia dispone de dos sistemas: emite un chorro de tinta casi negra (el "sepia" de los pintores), que la oculta a los ojos de sus perseguidores, o expulsa violentamente un chorro de agua, que la sitúa fuera del alcance de estos últimos. La sepia aplica en el agua, desde hace siglos, el principio de los motores a reacción.
