El mundo de los topos

Universo animal | topos | mamíferos | El topo está condenado a vivir durante toda su vida en la obscuridad y a cavar, cavar y siempre cavar para construir su madriguera y con­seguir el alimento que necesita. Este extraño animalejo, que casi no ve ni oye, está, sin embargo, adap­tado para representar el curioso papel que le ha tocado en suerte en la Naturaleza.
   Al topo se le puede encontrar siguiendo la larga cadena de montones de tierra desperdigados por los campos y que forman la cubierta de sus túneles. Es difícil dar con él, ya que puede estar al fin o en cualquier sitio del complicado túnel que fabrica o en una cámara lateral. Una vez cogido, el topo no tiene ninguna defensa, y no le queda otro recurso que hacerse una bola ne­gruzca de fina y aterciopelada piel, de color pardo muy obscuro, de 10 a 12 centímetros de longitud, con un rabo corto desnudo de color rosado, de un par de centímetros. El topo apenas tiene cuello; sus orejas son únicamente unas aberturas practicadas en la piel, con el pabellón auditivo, muy poco acusado. Sus obscuros ojos son dos pequeños puntos cubier­tos con una membrana que le dan al topo su apariencia conocida. Si colocamos sobre el suelo a este indefenso y torpe animal, buscará frenética­mente un sitio blando y comenzará a excavar con sus patas anteriores, muy potentes y perfectamente adecuadas para este tra­bajo, por tener forma de paletas, de tal manera, que en menos de un mi­nuto, el topo habrá desaparecido en la madriguera que ha­ce presuroso. La rapidez con que trabaja es casi increíble; se sabe que en una noche, puede abrir un túnel de cerca de 70 metros.

   Se encuentra en el He­misferio Norte, tanto en el Viejo como en el Nue­vo Mundo. El topo co­mún produce daños en prados y jardines por la serie de galerías que hace con objeto de procurarse alimentos. En parte, el topo compensa este daño, porque se come a los gusanos o larvas de insectos que destru­yen las raíces y constituyen plagas como la del gu­sano blanco; y en ocasiones, incluso hace víctimas de su voracidad a inofensivos ratoncillos de campo. Sin embargo, el principal alimento de este tálpido subterráneo son las lombrices de tierra.
   Por lo general, el topo vive en colonias y construye complicadas fortalezas. Unos pequeños montículos de tierra, llamados toperas o topineras, indican el lugar de las madrigueras de los topos, que constan de una cámara central rodeada de dos gale­rías anulares, una encima de la otra, unidas por co­municaciones verticales; la superior se comunica con la cámara central por medio de cinco aberturas. De la galería inferior, salen nueve túneles en direc­ciones diferentes hacia los sitios donde se encuentra el alimento. Estas fortalezas no las construyen real­mente todos los topos: de los que existen en Europa, es el de la Europa central el capaz de hacer tales maravillas; el topo de la Península Ibérica sólo es capaz de hacer un complicado sistema de galerías irregu­lares. Las especies de topo americanas son todas pequeñas y tienen una piel tan suave y sedosa como la de sus próximos parientes europeos. El común habita des­de el sur del Canadá y las tierras bajas del este de los Estados Unidos, hasta el sur de Florida y México.
   Entre los americanos, se encuentra una especie curiosísima, el topo de nariz estrellada, que como ca­rácter notable que lo diferencia del verdadero topo, cuenta el poseer unas prolongaciones que bordean los orificios nasales y los presentan como si estuviesen rodeados por una estrella. Los únicos animales americanos pertenecientes al grupo de los insectívo­ros, además del topo, son parecidos al ratón; tienen un apuntado y largo hocico y son llamados musara­ñas; tienen los ojos y las orejas bien desarrolladas, y sus patas están acomodadas para correr y para marchar, y no para enterrarse. La especie mejor co­nocida de América del Norte es la musaraña de rabo corto o topo musaraña; son estos animales pequeños y voraces, de 6 a 8 centímetros y medio de longitud, con un rabo de poco más de dos centímetros. Tam­bién se conoce la musara­ña de rabo largo. La mu­saraña pigmea es el ma­mífero más pequeño de América, y su cuerpo no llega a tres centímetros de longitud.
   Los topos pertenecen a la familia de los tálpidos, y la musaraña, a la de los sorícidos. Los nombres científicos de los topos comunes americanos son Scalopus aquaticus y Scalopus inflatus. En Méxi­co, se encuentra también el Scapanus antonyii. El de nariz estrellada es la Condylura cristata; el topo europeo es Talpa europaea; otra especie de Europa es Talpa occidentalis. La musaraña de cola corta es la Blarina brevicauda, y la de cola larga, el Sorex personatus.