Musarañas pendencieras


   Durante mucho tiempo ha prevalecido la idea de que las musarañas no sólo son salvajes, mostrando con fiereza sus dientes ante el in­truso, sino también extremadamente penden­cieras entre sí. Hay referencias de naturalistas que afirman haber visto a dos musarañas em­peñadas, al parecer, en una lucha a muerte y chillando furiosamente. Crowcroft, que ha estudiado las especies europeas, observándolas detenidamente en cautividad, llega a otras conclusiones. Comprobó que, cuando dos de ellas se encuentran, se acercan hasta que sus bigotes se tocan, y entonces chillan. Casi siem­pre una de ellas, generalmente la intrusa, se retira. Si no es así, ambas se alzan sobre sus ancas y siguen chillando. Si en esa situación ninguna de las dos cede el paso a la otra, una de ellas se arroja sobre el lomo de su rival, chi­llando todavía más y coleando. Entonces suele ocurrir que el hocico de una entra en contacto con la cola de la otra y los dientes se aferran a ella. Como ambas siguen coleando, casi siem­pre la segunda encuentra la cola de la primera y las dos continúan danzando y retorciéndose. Raras veces se dañan, y, si esto sucede, los descalabros no son importantes.
   Debido a que el alimento es tan vital para ellas, pueden llegar a hacinarse, y estas "contiendas con acompañamiento vocal" constituyen la manera más adecuada de mantener en el terreno una distribución uniforme de la población, y ase­gurar así la máxima provisión de alimentos.