En el mundo de los torillos, la hembra es el macho


  Excepto en el apareamiento y la puesta de los huevos, el papel de los sexos en el cortejo y en la educación de las crías está invertido en los torillos. La hembra a menudo está más vi­vamente coloreada, y durante la estación de cría es ella la que llama la atención del ma­cho.
  Cuando la hembra ha atraído al macho, es ella la que corteja. Contoneándose con la cola levantada y el pecho hinchado, empieza a des­cribir círculos mientras muge, patalea y pico­tea el suelo. Algunas veces la hembra construye el nido, mientras que otras lo hacen los dos a la vez, trayendo hierbas y hojas muertas para formar un montón de material. En algunas especies, tales como el hemípoda pechinegro de Australia, el nido no es más que una ligera depresión en el terreno, ligeramente tapizado. Otras especies forman un tejado sobre el nido juntando tallos de hierba para formar la cú­pula. En ocasiones, agregan un porche. Después de poner los huevos, generalmente en nú­mero de 4, la hembra abandona el nido y deja al macho para que los incube. Los huevos eclosionan al cabo de 12 o 13 días, y casi in­mediatamente los polluelos pueden seguir a su padre mientras él busca la comida, la cual da a las crías en su pico. Al cabo de dos semanas los polluelos pueden volar, pero permanecen en el grupo familiar durante dos semanas más. Resulta raro que con un período de incuba­ción tan corto estén bien desarrollados y de­muestren tal vitalidad inmediatamente des­pués de nacer. Por lo general, los pajaritos que pasan menos de dos semanas en el huevo na­cen ciegos, desplumados e inermes.
  Estas aves llegan pronto a la edad adulta, pudiendo procrear al cabo de cuatro o cinco meses.
Los torillos se alimentan de las semillas de la hierba, de tallos tiernos y de insectos que cogen escarbando la tierra o que encuentran entre la maleza.

Amazonas avícolas
  El cambio de papeles en lo que respecta al sexo se manifiesta en el plumaje. El macho, generalmente, tiene el plumaje pardusco, pro­pio del ave que tiene que pasar inadvertida al incubar. La hembra es a menudo más grande, y está más vivamente coloreada. Y la Tumix suscitator adquiere incluso plumaje de cortejo en la estación de cría.
  Las hembras son más belicosas, luchando entre sí tal como lo hacen los machos de otras especies. En la India, a las hembras de torillo se las atrapa con reclamos que parecen torillos hembras. Con las hembras capturadas se orga­nizan peleas, al estilo de los combates de gallos en los países occidentales.
Como para recalcar la relegación del macho a los tradicionales papeles domésticos de la hembra, el torillo hembra tiene varios "mari­dos": cuando ha dejado a un macho vigilando el nido y los huevos, se marcha a cortejar a otro. Para un macho, aparearse con varias hembras, cada una con su propio nido y po­llada, no resulta insólito entre las aves, pero para una hembra tener varias nidadas resulta sorprendente, por su dificultad en procurarse suficiente alimento para formar los huevos, lo que normalmente limita el volumen de la ni­dada. Parece, pues, que la hembra del torillo debe tener acceso a importantes suministros de comida.